La energía vital o Qi (氣) se considera, dentro del modelo del mundo de la medicina tradicional china, como la base de todo cuanto existe, es el principio que sustenta la vida y el crecimiento, desarrollo y declive de todas las cosas y procesos, ya sean animados o inanimados.
El qi está en la raíz del cuerpo humano, su calidad y movimiento determina la salud. Los órganos internos, las emociones, sentimientos y pensamiento, son todos expresiones de la energía vital.
Se puede hablar del Qi en términos de cantidad, una mayor cantidad equivale a una función metabólica mas potente, aunque esto no implica que la salud sea únicamente el producto de acumular grandes cantidades de Qi. Mas bien que hay una cantidad idonea para cada persona y la salud se manifiesta como un equilibrio en todo el conjunto, en la armonía, moderación y un fluir suave y seguro.
Tradicionalmente, para hablar del Tao y de la energía vital, se han usado metáforas del agua, y al Qi se le concibe circulando a través de un complejo sistema de canales de regadío, que irrigan la totalidad del cuerpo humano. Estos canales son popularmente conocidos cómo meridianos, sobre los que se ubican los puntos de acupuntura.
En nuestro cuerpo, el oceano de qi, qihai (氣海) se encuentra en el abdomen, a partir de el, ríos de qi fluyen a través del tronco y las extremidades, fuentes y manantiales de qi brotan en nuestras muñecas y tobillos, y en las puntas de los dedos de manos y pies encontramos pozos de qi.
En términos generales, la vida humana es la acumulación de qi, y la muerte su dispersión.
De la misma forma que podemos ganar y acumular qi, lo podemos perder. Respirando aire contaminado, sobrecargando al cuerpo con excesos en la comida y la bebida, enredándonos con emociones negativas, pensamientos obsesivos, o forzando al cuerpo y la mente a trabajar en exceso.
El ideograma chino que representa al Qi está formado por dos dibujos, el inferior que muestra un grano de arroz, y el superior que representa una nube o vapor ascendiendo. La energía vital se representa así, como la unión de una energía densa y material como el arroz, alimento del cuerpo, y una energía más sutil como el aire que respiramos.